Deliciosamente cautivador by Ángeles Valero

Deliciosamente cautivador by Ángeles Valero

autor:Ángeles Valero [Valero, Ángeles]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Erótico, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2023-03-16T00:00:00+00:00


Capítulo 10

Martina

Noche de chicas

Varios días después de mi cita frustrada con Ferrán seguía sin poder sacarme el asunto de la cabeza. Estaba claro que necesitaba salir y despejarme, pero debía mantenerme alejada de líos de cama, al menos de momento.

Intranquila, jugué con el bolígrafo entre mis dedos. Miré la hora en la pantalla del ordenador: las siete de la tarde de un viernes, y mi único plan para ese fin de semana era seguir con el audiolibro que tenía a medias. Me recosté en la silla, resoplando. Mis ojos se fueron, inconscientes, a la puerta de la cocina que tenía justo enfrente, y vi entrar a Carolina. Me levanté como activada por un resorte y fui rápidamente hacia allí.

—Martina, ¿necesitas algo?

—Sí. Digo… no; digo… sí. —La chica levantó una ceja, confusa; carraspeé⁠—. ¿Decías en serio lo de ir a tomar algo un día de estos?

Su sonrisa se amplió y eso me tranquilizó. Me confirmaba la franqueza que había en su proposición.

—Claro que iba en serio. ¿Quieres que salgamos hoy?

—Sí, por favor.

—Sin el «por favor» será estupendo. Dime qué prefieres: noche de chicas y salseo o bailar.

—¿Y no pueden ser ambas?

Levantó la mano haciendo sonar una campana imaginaria.

—Ding, ding; perfecto. A las ocho arrancamos —⁠confirmó saliendo ya de la cocina.

Volví a mi mesa con una ilusión renovada. En la hora que quedaba no fui capaz de hacer nada más. Cansada de disimular, diez minutos antes apagué el ordenador; y estaba cogiendo la chaqueta cuando mi compinche se asomó por la puerta.

—¿Lista?

—¡Lista!

Cruzamos juntas la oficina, camino de la recepción. Llegando al ascensor, apareció Óscar.

—¿De cuchicheos?

—Nos vamos de fiesta —declaró Carolina feliz.

Nos miró y vi asomar media sonrisa divertida. Su escrutinio terminó en mí.

—Espero que lleves el pasaporte.

Fruncí el ceño y Lina chascó la lengua.

—Eso solo pasó una vez.

—Que yo sepa, y por eso lo reconoces. Solo te diré que la necesito el lunes a primera hora.

—Oh, muy bonito. Lo que ocurra este fin de semana te da igual mientras esté bien para trabajar.

—¿Debería importarme?

Sus ojos se fijaron en los míos esperando la respuesta. Al contrario que otras veces, parecían divertidos con la encerrona. No pude sostenerle la mirada y terminé retirándola para encontrarme a una Carolina de lo más divertida.

—Estaré el lunes a primera hora.

—Bien, porque Jaime ha confirmado que el cliente está valorando otras opciones y una de ellas son tus antiguos jefes.

—¿Cómo?

La voz me salió rasgada por la sorpresa; de todas las grandes empresas que iban a optar por el proyecto, tenía que ser precisamente en la que trabajaba mi exprometido.

—¿Estás bien?

—Sí, es solo que creía que ellos… bueno, no importa. Es un cliente nuevo, no hicimos nada malo.

—No, claro que no. Solo te lo decía porque ya sabrás sus puntos flojos y podremos presentarle un proyecto mejor. Podrás ayudar con el planteamiento de las nuevas instalaciones.

La voz mecánica del ascensor nos indicó que habíamos llegado abajo y que las puertas se estaban abriendo. Mi corazón volvió a latir con normalidad; primero, porque no había actuado mal con la antigua empresa; y segundo, por salir de un sitio tan pequeño y que me obligaba a estar tan cerca de él.



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